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Siwa:
Hasta hace poco el oasis más inaccesible de todo Egipto, siendo también uno de los más fascinantes. En los límites del Gran Mar de Arena, su rica historia incluye una visita realizada por Alejandro Magno para consultar el oráculo de Amón en el año 331 a.C. Los habitantes de Siwa tienen su propia cultura y costumbres e incluso hablan un lenguaje propio, el Siwi, diferente al árabe. Muchas mujeres todavía hoy usan los trajes tradicionales y las mismas joyas de plata que pueden verse en el Museo "Traditional Siwan House" ubicado en el centro de la ciudad. Siwa continua siendo uno de los mejores lugares donde adquirir joyas, alfombras, cestería, túnicas o tocados tradicionales decorados con monedas antiguas.


El pueblo original, Aghurmi, fue fundado en el año 1203. Construido de barro impregnado de sal, o "kharsif", esta fuerte comunidad se expandió hacia arriba más que hacia el exterior. Situado entre espesas arboledas de palmeras, jardines tapiados y plantaciones de olivos, con numerosos manantiales de agua y lagos salados, la moderna Siwa se apiña bajo los restos de la antigua Shali. Ascienda por las ruinas de la antigua ciudad para observar las maravillosas vistas globales del oasis. Pasee, en bicicleta o carruaje tirado por asnos hacia las afueras y zonas de baño.

 
 

La zona mantiene un agradable clima, frío en invierno, caluroso en verano y moderado en primavera y otoño. La región es famosa por sus dátiles y aceitunas y es uno de los más bellos parajes de Egipto. El aceite de oliva se sigue haciendo machacando con piedra las aceitunas de los 70.000 olivos que existen en la zona. Los dátiles son recolectados por los "zaggala" (vareadores), que deben mantener el celibato hasta los 40 años, y la zona alardea de poseer 300.000 palmeras datileras. Está situada en la antigua ruta de la caravanas de dátiles, invariable hasta hace poco tiempo, con muy pocas visitas y aún conserva gran parte de su herencia. De hecho hasta que las batallas que se produjeron cerca del oasis durante la Segunda Guerra Mundial, la región era apenas gobernada por Egipto y mantuvo mayoritariamente una comunidad bereber (Zenatiya) durante los trece siglos anteriores. Es muy interesante el festival de 3 días que cada mes de Octubre celebran sus habitantes durante el cual aparcan cualquier disputa de años anteriores.
La región es también famosa por sus manatiales, aproximadamente unos 1000, de agua dulce y, según se cuenta, propiedades médicas.

 
BAHAREYA:

Situado en una depresión que cubre más de 2000 km2 el oasis de Bahariya está rodeado de negras colinas repletas de cuarcita y dolerita. La mayoría de las aldeas y de las tierras cultivadas pueden admirarse desde la cima, a 50 m de altura, de Jebel Al-Mi'ysrah, al igual que las enormes dunas, que amenazan con engullir algunos de los emplazamientos más antiguos. La fauna es abundante, especialmente pájaros como la Collalba gris. Las zonas cultivables (que solamente cubren un pequeño porcentaje de la superficie total) incluyen dátiles, aceitunas, albaricoques, arroz y maíz. El Oasis fue un centro agrícola de gran importancia durante época faraónica y famoso por sus vinos desde el Reino Medio. Durante el siglo IV, la ausencia de control romano y las violentas tribus de la zona provocaron la decadencia y algunos oasis fueron engullidos por la arena. Hay múltiples manatiales en la región, algunos muy calientes, como Bir Al-Ramla pero posiblemente el mejor es Bir Al-Ghaba, a unos 16 km al noreste de Bawiti. También destaca Bir al-Mattar: un manatial de agua fría que desemboca en un estanque concreto. Por otra parte, cerca del Oasis se encuentran los desiertos Blanco y Negro, aunque no resulta práctico viajar al desierto Blanco desde el Oasis. El desierto Negro se formó por la erosión eólica de las cercanas montañas volcánicas tras ser éstas esparcidas por las arenas del desierto. Existen también ruinas pertenecientes a un templo de la XVII Dinastía y un poblado. En los alrededores se encuentran tumbas de pájaros.



 
La Ciudad de Bawiti :

Con unos 30,000 habitantes, Bawiti es el mayor pueblo del oasis; su pintoresca ladera da hacia exuberantes plantaciones de palmeras regadas por el Ain Al-Beshmo, un manantial natural tallado en la roca en época romana por el que fluye agua a 30º C. La vecina villa de Al-Qasr fue construida sobre los restos de un templo cercano perteneciente a la XXVI Dinastía, en Qarat Hilwah, y todavía hoy pueden verse las tumbas decoradas de ese mismo período. El centro de la ciudad es moderno, mientras las afueras se componen de casas de adobe. Recientemente la ciudad ha recibido un considerable empujón gracias al hallazgo de una enorme (posiblemente la mayor) necrópolis, con momias de época Greco-Romana.




   
FARAFRA:

Conocido como Ta-iht o la Tierra de la Vaca en época faraónica, se trata de un pueblo sencillo, el más aislado de los Oasis del Nuevo Valle. Es conocido por sus fuertes tradiciones y su devoción. Según la tradición sus habitantes perdieron la huella del tiempo y tuvieron que enviar un jinete a Dakhla para que pudieran coger las oraciones de los Viernes el día adecuado. La zona más antigua, en la ladera, se encuentra junto a tranquilos muros de palmerales; en las afueras hay un manatial de agua caliente sulfurosa en Bir Setta y se puede practicar la natación en el lago El-Mufid Lake. Como en otros oasis, muchas casas de Farafra están pintadas de azul (para alejar el Mal de Ojo) pero aquí algunas además se encuentran decoradas con paisajes, pájaros y animales, obra del artista local, Badr. Una casa, combinación de hogar y museo, que exhibe sus pinturas y cerámica, está situada en un jardín repleto de esculturas realizadas a partir de objetos descubiertos en el desierto de los alrededores. Otro local, conocido como Mr. Socks, vende preciosos jerseis de lana de camello tejidos a mano, calcetines y pañuelos. Desde el Restaurante Saad se organizan viajes diarios en jeep y caravanas de camellos al Desierto Blanco, Bahariya, Dakhla y Siwa.

   
DAKHLA:

El oasis de Dakhla se encuentra al noroeste de Kharga y a unos 310 km al sureste de Farafra. Este oasis tiene una población de 70.000 habitantes y es el más lejano desde El cairo. Está considerado como uno de los más bonitos
Dakhla descansa en una depresió rodeada de acantilados rosados. Hay unos 121,5 km2 de tierra cultivada. La mayoría de sus 70.000 residentes son granjeros que libran una constante batalla contra las dudas que amenzan sus campos y huertas. Los campos y jardines están repletos en su mayoría de moreras, palmeras datileras, higueras y cítricos. Dakhla ha mantenido gran parte de su cultura y encanto aunque se ha duplicado en tamaño y los fondos del gobierno y la formación técnica han revitalizado su economía. Dakhla es el único lugar de Egipto en el que se construyen molinos de agua, conducidos por búfalos. Se construyen de madera de palmera y jarras de arcilla y se conocen como "saqiyas". El oasis está unido a Kharga por una carretera de 200 km con autobuses diarios.

Las investigaciones descubrieron que el Oasis ha estado habitado desde tiempos prehistóricos y que hubo un lago. Hay pinturas neolíticas realizadas en la roca que indican que el lago era un lugar frecuentado por elefantes, búfalos y avestruces. Cuando el lago se secó los habitantes de la zona emigraron hacia el Valle del Nilo y posiblemente formaron parte de los primeros colonos.
El oasis de Dakhla se compone de un conjunto de 14 asentamientos, dominado al norte por una pared de roca rosada. Las fértiles áreas de cultivo en las que crece el arroz, cacahuetes y fruta diversa, aparecen salpicadas entre dunas a lo largo de las carreteras de Farafra y Kharga, en este área de excepcional belleza natural.